10 años antes del
Apocalipsis, Lohur
SETH
Era su
tercer día de castigo. Tras lo ocurrido con Stylon y el recién llegado Elhior,
los profesores le habían hecho a él y a Wess los principales responsables, por
ser alumnos de último año. Los habían encerrado en sus habitaciones.
Aislamiento total. No era para tanto, pero odiaba no poder informarse sobre que
ocurría fuera. Volvió a desviar la mirada hacia la arrugada nota que le había
dejado Stylon antes de abandonar la academia. Vladimir les dijo que había sido
expulsado por lo sucedido en el combate, pero no mencionó absolutamente nada de
lo que el gigante contaba en su mensaje.
“Me voy
hacia el norte. Regreso a mi hogar. El libro es el verdadero Necronomicon. Ten
cuidado con el nuevo. Cuida del resto. Firmado: Stylon, hijo de Stalon.”
El
nuevo… Sin duda se refería a Kyle Nocturn. No necesitaba la advertencia del
gigante, pero si cuando alguien como él le decía eso, sin duda debía tomárselo
en serio. El libro era el verdadero Necronomicon, y lo había traído el mismo.
¿Para qué? ¿Por qué traía un objeto así a un lugar lleno de futuros Protectores
y sacerdotisas de la Madre? ¿Por qué llevarlo al lugar más seguro de Edem? Tal
vez sus intenciones no fuesen malas… Pero no podía confiar en él. Se pasó la
mano por la frente, por enésima vez. Allí aun permanecía escrito con letras
negras la palabra “Ladrón”. Había intentado eliminarla con todos los medios
posibles, incluso invocando criaturas mágicas, pero nada surtía efecto. ¿Había
usado Kyle el libro? No… se decía que cualquiera que usase el libro maldito acabaría
muerto. Alguien llamó a la puerta, sacándole de sus pensamientos. Se levantó de
la silla frente al escritorio, malhumorado, pensando que debía ser Vladimir de
nuevo, para volver a gritarle. No había duda de que el consejero no lo
aguantaba. Por algún motivo, a pesar de que había aprobado todos los exámenes,
superado todas las pruebas de combate, asistido a auténticos Protectores en el
campo de batalla, el consejero no le dejaba graduarse y abandonar la academia.
No permitía que se convirtiera en un verdadero Protector, manteniéndolo allí
año tras año instruyendo a recién llegados. Ya llevaba tres años seguidos
repitiendo el último curso. Pero no podía hacer nada al respecto, solamente el
consejero decidía quien podía salir y entrar de la academia. Pero al abrir la
puerta le sorprendió ver que era una de las gemelas Tillinger.
-
Layla… ¿Qué haces aquí? Si te pillan visitándome te meterás en un lio.
Se supone que debo estar aislado hasta mañana.
-
No te preocupes, he metido algunos billetes en algunos bolsillos, no
nos molestarán. – No le sorprendió, era normal ver a las Tillinger evitar los
problemas mediante sobornos. Ningún profesor se atrevía a hacer nada contra
ellas, ya que su padre era el mayor benefactor de la academia. Ellas lo sabían,
y lo aprovechaban siempre que podían. - ¿Puedo pasar, Seth? Quiero hablar
contigo.
-
Vale, yo también tengo algunas preguntas.
La
chica entró, haciendo sonar sus espadas gemelas mientras contoneaba las caderas
al andar. Iba vestida completamente de negro, con ropas ligeras que daban forma
a su figura, pero no dificultaban el movimiento. Se sentó en la única silla del
pequeño cuarto, obligándole a él a permanecer en pie.
-
¿Y bien? Dime que te ha traído aquí.
-
He estado hablando con Wess. Por algún motivo, el solo estuvo
castigado un día. No cree que Stylon haya sido expulsado por lo que ocurrió.
Pienso igual. Si llega a ser cualquier otro, vale. Pero ni tú ni Stylon
hubieseis sido expulsados por algo así. Él es el único gigante de la academia,
hijo del gran guardián de la Torre, y tú, el Protector Definitivo.
-
Yo no soy ningún protector definitivo, esa historia es una tontería.
-
Nunca has sido vencido en combate. Pero da igual, dime, ¿qué piensas?
Seth
desvió un instante la mirada a la nota arrugada. No sabía si podía confiar en
ella, aunque sin Stylon, le quedaban pocas personas en quien confiar.
-
De acuerdo, te contaré lo que se. Stylon no fue expulsado, abandonó la
academia para volver a la Torre.
-
¿A la Torre del Norte? ¿Por qué iba a hacer eso? Solo le quedaba un
año para convertirse en un autentico protector.
-
Porque…
-
Porque el Necronomicon ha sido robado.
Seth se
quedó paralizado, completamente sorprendido. Nunca había hablado delante de
otra persona. Se fijó en que la chica estaba con la boca abierta, mirando
fijamente con sus tres ojos a su espada. Era inútil disimular en ese momento.
Seth desenvainó su espada, y vio que el rostro tallado en la guarda tenía los
ojos abiertos por completo.
-
Así que los rumores son verdad… Tu espada está viva…
-
Más o menos. Es la primera vez que habla con alguien que no sea yo…
-
Pero eso que cuenta del Necronomicon… Siempre creí que realmente el
libro de los muertos no existía, que era un cuento para asustar a los niños
antes de dormir.
-
Existe, y lo tenemos escondido. No estábamos seguros en un principio,
pero Stylon me lo ha confirmado.
-
Vaya… puede que eso explique lo que está sucediendo fuera.
-
¿A qué te refieres?
-
Hay muchos más lobos blancos en la academia que patrullando Edem, según
me ha dicho mi hermana. La guardia ha intensificado sus rondas. Las
sacerdotisas están reforzando las protecciones mágicas. Nos han dicho que es
porque esperan un ataque. En ningún momento han mencionado el libro.
-
Normal, no querrán que cunda el pánico.
-
¿Y qué piensas hacer con él?
-
No lo sé… No sé si entregárselo a los profesores. Al menos hasta que
descubra que es realmente Kyle.
-
¿Kyle?
-
Si, un alumno nuevo. Piel pálida, sonrisa petulante. Él trajo el
libro. Se lo arrebatamos – Seth se levantó el pelo que ocultaba su frente y le
mostró la palabra ladrón. Ella la miró fijamente, aunque no dio muestras de
sorpresa. Estaba seguro de que si llega a ser su hermana no hubiese dudado de reírse
delante de él por aquello.
-
¿Y si te lo llevas lejos? Parece que además de nosotros solo ese chico
sabe que el libro está aquí. Podrías esconderlo lejos o devolverlo a la torre.
-
No – La espada volvió a hablar, con una voz que sonaba directamente en
la mente de Seth y Layla – Nadie puede llevarse el libro. El Necronomicon solo
va allí a donde él quiere ir. Si está aquí, es porque aquí es donde quiere
estar. Cualquiera que intente hacer algo en contra de su voluntad será victima
de terribles maldiciones.
-
Entonces, ¿qué hacemos? – Layla se mostraba algo nerviosa frente a la
espada, aunque a Seth le sorprendió ver que no reaccionaba de modo exagerado.
-
Tengo que ir a hablar con Kyle. Ya. Él sabe algo. Se lo sacaré aunque
sea a la fuerza. Paga lo que sea necesario para sacarme de aquí, te lo
devolveré en cuanto pueda.
Volvió
a envainar su espada, cuyo rostro volvió a cerrar los ojos y quedarse
completamente quieta. Cogió la armadura y se la enfundó. La joven accedió a
pagar si era necesario, el dinero no suponía un problema para ella. Se levantó
y, juntos, fueron al encuentro de Kyle. Layla le dijo que era difícil encontrar
al nuevo durante el día, pocos lo veían fuera de clase. Pero que todas sus
compañeras le habían dicho que esa noche Laim celebraba una gran fiesta, y que muchas
habían invitado personalmente a Kyle. No era lo que Seth hubiese deseado, no
quería volver a montar un escándalo, prefería encontrarse a solas con él. Pero
mejor eso que nada.
ALYSSA
No había
demasiadas oportunidades de divertirse en la academia. Al menos no de modo que
lo permitiera el profesorado. Era extraño que permitieran a Laim organizar la
fiesta, pero teniendo en cuenta que la mayoría de soldados de la academia
portaban armas forjadas por manos de la familia Ironblade, los padres de Laim.
Alyssa estaba satisfecha, estaba claro que Laim era bastante popular, por un motivo
que ella desconocía. Había montones de chicas en la fiesta, las fieles
seguidoras sin cerebro del joven bailarín. Todas suspiraban al verle pasar,
solo les faltaba besar el suelo que pisara. Aunque no le sorprendería, algunas
incluso pagaban por mechones de su pelo rojizo. Aunque claro, Laim también
cobraba bastante por mechones de pelo de Seth, el cual también tenía sus
propias seguidoras. Podía entender que admirasen a Seth, después de todo era
una leyenda viva. ¿Pero Laim? Si, es cierto que era bastante atractivo, aunque
para su gusto era demasiado afeminado. Y no había duda de que a Laim solo le
gustaba una persona, él mismo. Ella lo había descubierto en más de una ocasión mirándose
en el espejo durante minutos, e incluso en alguna ocasión lo pilló besando su
propio reflejo. No, había nada que admirar en Laim. Al menos, fuera del campo
de batalla. Mientras meditaba sobre aquello despreciando un poco a las chicas
que daban esa fama de borregos descerebrados a las mujeres, Alyssa recibió una
imagen visual a través de su tercer ojo. Era lo que en ese momento estaba
viendo su hermana. Esta le mostraba lo que ella veía a través del ojo de su
frente. Estaba escribiendo algo en un papel. Vale, le mandaba un mensaje. Era
algo que hacían a menudo para comunicarse entre ellas cuando estaban lejos una
de otra, muy útil en los exámenes. En el papel ponía “voy hacia allí con Seth.
No te vayas hasta que lleguemos. Y por favor, compórtate”. Así que Seth, ¿eh?
No era muy sorprendente. Seth era famoso entre otras cosas por ser una persona
muy responsable, y acatar las normas de la academia y de los protectores al pie
de la letra. Era muy del estilo de Layla, honorable y justo. Pero eso de
comportarse, en una fiesta… Bueno, ella no podía prometer nada respecto a eso.
-
¿Alyssa? ¿Qué te pasa? Estás muy seria.
Wess
estaba a su lado, botella de vino en mano. Ella le sonrió, cerrando su tercer
ojo y volviendo de nuevo su atención a la estancia. La banda era buena, y
tocaba cualquier estilo, muy al estilo de Laim. Este volvió su atención hacia
ellos, y se acercó danzando, al ritmo de la música. Sobreactuaba demasiado. A
veces pensaba que Laim debía haberse dedicado al mundo del espectáculo, viendo
a las chicas que se agolpaban en toda la estancia no cabia duda de que hubiese
sido toda una estrella. Este llegó hasta su lado, donde se paró adoptando una
pose algo ridícula, que él debía considerar espectacular.
-
¡Buenas! ¿Disfrutando de la fiesta?
-
Es lo que iba a comenzar a hacer ahora mismo, gracias.
Le
arrebató la botella a Wess, ignorando sus quejas, y dio un largo trago. Para
mantener una conversación con Laim era mucho mejor estar bebida, así que mejor
empezar ahora.
-
¿Sabéis donde está Seth?
-
Castigado – Wess le contestó sin prestarle mucha atención, mientras
buscaba en la mesa algún licor de su agrado.
-
Está claro que no quiere que mi presencia le eclipse. – la risa de
Laim era dulce, encantadora, como si la hubiese ensayado durante mucho tiempo –
Es demasiado amargado para plantearse la opción de divertirse.
-
Admítelo, te apena que no haya venido – a pesar de las palabras del
joven, Alyssa tenía claro que este apreciaba a Seth, al menos en cierto modo
retorcido.
-
Evidente. Siempre es una pena no poder avergonzarlo. ¡Hoy era un buen día
para demostrarle que soy mucho más “guay” que él!
Alyssa
estuvo tentada de llevarse la mano a la cara, pero aguantó estoicamente,
bebiendo algo más. La botella se vació, y agarró otra sin tan si quiera pararse
a ver que era. Guay. ¿Qué clase de persona usa esa palabra? Estaba claro que a
Laim solo le preocupaba ser popular, y creía que Seth era su rival dentro de la
academia, a pesar de que a este eso no le interesaba lo más mínimo. En ese momento
una chica se acercó a Laim. Era muy joven, apenas 17 años. No recordaba haberla
visto nunca, debía ser una de las novatas. Esta dio varios pasos torpes, tropezándose
consigo mismo, y calló en brazos de Laim, el cual se quedó mirándola muy serio.
-
Hoddaaa, Laimmm – no cabía duda de que estaba borracha. Bastante,
además.
-
Tienes las manos sucias, y te apesta el aliento. Adiós.
Laim la
soltó, dejándola caer al suelo. Está calló torpemente, aunque no se quejó, se
quedó mirando a Laim con la misma cara de boba que con la que llegó.
-
Silvia, levántate anda.
Wess,
todo caballeroso como de costumbre, la recogió con cuidado y la levantó. En ese
momento la joven comenzó a vomitar, salpicando las zapatillas de quien la sostenía.
-
Qué asco. Acabas de morir para mí – Laim se tapó la nariz con un
pañuelo de seda carmesí que sacó del bolsillo de su levita. No iba ataviado con
su atuendo rojo repleto de armas, si no con un elegante traje de corte clásico.
Cuando
la cría dejó de echar todo lo que había bebido, esta volvió a mirar a Laim, con
sus ojos llorosos. En ese instante comenzaron a escucharse murmullos por toda
la sala, que se escuchaban a pesar de la música. “¿Quién es ese tan guapo?” “¡Ha
venido!” La sala parecía un gallinero. Alyssa bebió más, orgullosa de no estar
en el corral. La joven que acababa de vomitar también escuchó las voces, y su
rostro se iluminó de golpe.
-
¿Seeezzzz?
<<
¿Otra admiradora de Seth? Se le romperá el corazón cuando le vea con mi
hermana. Qué pena>> El alcohol ya comenzaba a hacer efecto, y le costó un
poco centrar la vista en la entrada de la sala. Pero no, no era Seth. Era el
nuevo, el que estaba haciendo competencia a Laim en cuanto a admiradoras
idiotas.
-
¡Tú! ¡Albino!
Laim
fue directo hacia el recién llegado. Estaba claro que debía informarse un poco
mejor. El chico era increíblemente pálido, en total contraste con su elegante
traje negro, pero sus cabellos y sus ojos eran de un color oscuro, al contrario
que en un albino. El nuevo sonrió a Laim cuando este se plantó frente a él. La
verdad es que era bastante guapo…
-
Muchas chicas. Me alegra ver que aquí también sabéis divertiros. Menos
mal que hay alguien como tú. Muy buena música. ¿Y esa ropa? Está claro que
tienes buen gusto
En un
instante la ira de Laim se disipó. No había nada que le gustase más que ser
adulado.
-
Me alegra ver que entiendes. Tu traje tampoco está mal, aunque el
color es muy simple. ¿Y tu entrada?
-
¿Mi entrada? Aquí.
Laim
extendió la mano para recogerla. Alguien como él nunca gastaría dinero por
otros, así que para su fiesta había repartido entradas, y no baratas
precisamente. El joven golpeó la mano de Laim con su propia palma, y pasó de
largo sin decirle nada mas, dejándolo clavado en el sitio. Se movía con
prepotencia, observando a todas las chicas, como si las juzgase. Llegó a una
mesa y simplemente cogió un vaso que sin duda no era suyo. Laim se volvió
rápidamente, siguiéndolo.
-
¡Eso ha sido genial! – parecía que a Laim le había encantado que lo
dejaran clavado… Era difícil entenderle. – Sin duda eres guay, aunque no tanto
como yo.
-
¿Guay? Ah, ya.
-
¡Tú nunca podrías hacer esto! ¡Música maestro! ¡Ritmo afilado!
Laim
cogió a Kyle de la mano y lo arrastró a la pista de baile. Alyssa no sabía si
lo que estaba presenciando era fruto del alcohol, sin duda era una situación totalmente
surrealista. Laim comenzó a moverse ágilmente, con movimientos suaves, sueltos,
como si hubiese nacido para bailar. El otro, agarrado a su cintura, se dejaba
llevar. A pesar de no estar a la altura de Laim, sus pasos eran precisos, y no
tardó en cogerle el ritmo.
-
¡No lo haces nada mal! – Laim lo miraba impresionado.
-
Aprendo rápido, maestro.
-
Pero el secreto está en la cintura, así.
Laim lo
soltó, y comenzó a girar sobre sí mismo y a dar pasos que hacían que su cuerpo
pareciera de goma. En seguida, su “adversario” lo siguió, y aunque más
lentamente, repitió exactamente los mismos pasos. Las chicas, e incluso los
hombres, los miraban impresionados. Finalmente la canción acabó.
-
Eres impresionante, Laim. Espero estar algún día a tu altura.
-
Tú tampoco lo haces mal. Me caes bien, Nocturn, por eso te diré que
nunca podrás moverte como yo. Ahora, si me disculpas, voy a hidratarme. Tú
estás demasiado pálida, tal vez deberías venir conmigo algún día a tomar el
sol.
-
No me agrada demasiado el sol, pero tomo nota. Ahora, voy a hacer
cosas más divertidas.
Kyle
guiñó el ojo al anfitrión de la fiesta, dedicándole una de sus sonrisas
mientras Laim le daba la espalda, y en un abrir y cerrar de ojos, Alyssa lo
perdió de vista. Lo buscó por toda la sala, y fue a encontrarlo justo en la
otra punta. Debía haber bebido más de lo que creía.
-
Tú y… tú – le escuchó decir.
Señalo
a dos de ellas, estas comenzaron a reírse nerviosas. Kyle se acercó a ellas,
rodeó por la cintura a cada una de ellas con un brazo, y juntos salieron del
salón. Laim volvió hacia ellos, mientras se echaba una crema en la cara.
-
No está nada mal para ser un novato.
-
Que pasa, ¿te has enamorado?
-
Absurda. Nadie está a la altura del gran Laim.
-
No me cae bien, ¡es un chulo!
El que
habló era Elhior, el chico que se enfrentó al gigante. Era la primera vez que
lo veía sin su espada, aunque no cabía duda de que también estaba borracho. Parecía
que los nuevos estaban aprovechando bien la fiesta.
-
Hola perdedor. Hace días que no te veo. – Laim se miraba a un espejo
de mano mientras hablaba con el joven.
-
Normal… He estado evitándote.
-
A mí tampoco me cae bien – Wess llevaba un rato sin beber, más o menos
desde que apareció Kyle. Ahora se dedicaba a fumar. Se había puesto bastante
serio desde que apareciera Nocturn.
La
puerta de la sala se abrió de golpe, y Seth y Alyssa entraron. El primero,
ataviado con su armadura, fue directo y con rostro de pocos amigos hacia ellos.
Al llegar cogió a Laim por el cuello de la camisa.
-
¿En qué demonios piensas?
-
¡Oye, que me arrugas la ropa!
-
¡¡No solo te pones a bailar con él, sino que encima dejas que se vaya
con dos novatas!!
-
Oye, si estás amargado no lo pagues conmigo. ¿De qué me hablas?
-
Seth, tranquilo, Laim no sabe nada – Wess los separó, y se puso entre
ambos. No había duda en que Seth estaba bastante molesto. - ¿Cómo sabes lo que
ha pasado?
-
Se lo he dicho yo – Alyssa se señaló el tercer ojo. Odiaba que la
espiara, pero no podía evitarlo.
-
Vamos a buscarlo, Wess. El libro es el autentico.
-
¿De qué habláis? – Laim compartía sus dudas. Ella tampoco sabía a qué
se referían, aunque viendo a Seth parecía serio.
-
Os lo contaré por el camino, pero que no salga de aquí.
Cuando
se aseguraron de que Elhior se había alejado, Wess se quedó allí para
explicarle la situación a Laim y Alyssa. Seth y Layla se marcharon en busca de
Kyle.
JON
Estaba
medio dormido cuando llegó Kyle. Este entró con dos muchachitas, parecían divertirse
mucho, no paraban de reir. Se levantó y los saludó. Estaba aburrido sin Kyle,
así que se alegraba de verle.
-
Chicas, este es Jon, mi compañero. Dentro de unos años será el
Protector más poderoso de Edem, os lo digo yo.
-
Hola pequeñín. Qué suerte tienes de dormir con Kyle.
-
No será el único con esa suerte esta noche – su compañero dejó a sus
amigas frente a la puerta y se le acercó.
-
Oye, Jon, tengo un ejercicio de concentración para ti. Te ayudará a
tranquilizarte en combate. Toma.
Kyle le
dio un libro y una especie de orejeras. Jon se las probó, en ese momento dejo
de escuchar. Veía a las chicas mover los labios, pero no escuchaba nada. Se los
quitó y le dio las gracias a Kyle. Luego miro el libro, en la portada ponía “Cuentos
de Terror”. No le gustaban mucho las historias de miedo, y mucho menos antes de
dormir. Pero creyó saber en qué consistía el ejercicio. Si conseguía aislarse
de lo que le rodeaba, y concentrarse solamente en su objetivo, y además ignorar
sus miedos, sería más fuerte. Si, debía ser eso. Mientras las chicas hablaban
Kyle se acercó a ellas y puso un dedo en sus labios, haciendo que se callaran y
se pusieran completamente rojas. Su compañero también guardó silencio, mientras
ladeaba la cabeza, como si escuchara algo, luego sonrió.
-
Chicas, ¿qué tal si vais antes al baño? Tanto bailar hace sudar, y
bueno, ya tendremos tiempo para hacer eso luego, ¿no?
Ellas
le obedecieron. Kyle tenía una voz casi hipnótica, él lo sabía. Las chicas se
metieron dentro y cerraron. El joven le dijo a Jon que comenzara ya con su
ejercicio, y salió de la habitación, cerrando la puerta a sus espaldas. Jon se
puso los casos, y dejó de oír.
SETH
Consiguieron
averiguar la habitación de Kyle gracias a Layla Tillinger. Seth comenzaba
a apreciar sus métodos, aunque no estuviera totalmente de acuerdo con esa forma
de actuar, admitía que era útil. Llegaron frente a la habitación. Desde fuera
ya se escuchaban las voces de las chicas, aunque bastante amortiguadas. Debía
averiguar si realmente ese desgraciado engreído tenía relación con el
Necronomicon. Si era así, las chicas estaban en peligro, y eso no podía
permitirlo.
-
Vaya, no sabía que tuviera admiradores tan distinguidos.
Kyle
apareció andando por el pasillo tranquilamente hacia ellos, con las manos en
los bolsillos. Se paró poco antes de llegar a ellos.
-
¿Quién demonios eres?
-
Ya os lo dije. Kyle Nocturn, para serviros – este hizo una reverencia,
exactamente igual al día que se presentó frente a la puerta de la academia.
-
No te hagas el tonto. ¿Qué has venido a hacer aquí?
-
Lo mismo que todos, estudiar – en ese momento guiñó un ojo en
dirección a Layla. Seth comenzaba a cansarse de su descaro.
-
¿Y el libro?
-
¿Qué libro?
-
Lo sabes muy bien.
-
Oh, tú sabrás. “Ladrón”.
Era
demasiado. Seth se lanzó a por él. Le golpeó con el guantelete en la cara, haciéndole
una herida en el labio, y lo estampó contra la pared, sujetándolo con el antebrazo
contra esta. Desenvainó su arma, poniéndosela bajo la barbilla.
-
Estoy cansado de tus juegos. Stylon se ha ido por tu culpa. ¡¿Por
qué?!
-
Me haces daño…
Seth
apretó su presa, comenzando a hacer presión en el cuello con el antebrazo. Kyle
no se defendía, no trataba de apartarlo.
-
El gigante, ¿eh? Seguramente se fue a enterrar a sus familiares. He oído
que todos los gigantes han muerto. Pero claro, como estás encerrado no te
enteras de nada, ¿eh?
-
¡¿Fuiste tú?!
-
¡¡BASTA!!
Una
descarga eléctrica recorrió el cuerpo de Seth, intensificándose por el metal de
la armadura. Esté cayó al suelo, frete a Kyle, el cual se llevó la mano a
dolorido cuello. Vladimir apareció dando grandes pasos, sosteniendo su gran
martillo de guerra entre las manos. La cabeza de este desprendía chispas
azuladas que iluminaban el metal del arma.
-
Kyle, ¿estás bien?
-
Si, gracias.
-
¡Seth, creía que estabas en tu cuarto! ¡Pasarás otra semana encerrado!
-
Señor, esto no es… - Layla se acercó tratando de calmar al consejero.
-
Tillinger, prefiero pensar que tú no has tenido nada que ver en esto.
Piensa bien lo que vas a decir antes de hablar. Si alguien tiene una queja
sobre Nocturn, que lo discuta conmigo. La próxima vez que vea que alguno de
vosotros trata de dañarlo, será el último día que estará en esta academia. Sea
quien sea.
Esto
último lo dijo mirando especialmente a la chica. El consejero los cogió, y
se los llevó. Guió personalmente por el camino a Seth, sin soltarle el brazo en
ningún momento. Estaba claro que allí ocurría algo. Ya no podía confiar en el
profesorado… Pero lo peor era la noticia de los gigantes. Todo el imponente
clan de los seres más poderosos y antiguos de Edem, eliminado. ¿Habría sido
Kyle? No era posible. Nadie podría hacer algo así solo. ¿Qué había ocurrido?
JON
Jon había
visto entrar a Kyle a la habitación de nuevo. Este le sonrió, mientras se lamia
algo rojo que llevaba en el labio. Luego se fue a la cama de abajo con las
chicas. Jon dejó de prestarles atención. La historia del libro era apasionante.
Los vampiros eran criaturas terribles y muy poderosas. Pero el héroe era aun más
grandioso. Había decidido que de mayor sería cazador de vampiros. Siguió
leyendo, apasionado por la historia. A pesar de todo, los movimientos de la
cama le resultaban algo molestos.
El
destino hacia el que avanzaba Edem era indiscutible. El Apocalipsis era
inevitable, pero aun quedaban 10 años. Durante la era en la que el Necronomicon
fue robado fueron muchas las señales de su poder a lo largo de todo el
mundo. La primera de ellas fue en el
desierto del Este, y si alguien hubiese podido contar lo que allí ocurrió, tal
vez todo hubiese sido distinto.
solo te digo una cosa... quiero mas, ya!!
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