viernes, 17 de febrero de 2012

¿Dudas resueltas?

Nuevo episodio. Esta vez se da a conocer mejor a algunos personajes cuyas apariciones fueron fugaces en el pasado. Además, su final dará pie a una nueva etapa de esta saga a traves de los años hacia su inevitable final.




10 años antes del Apocalipsis, Lohur
SETH
Era su tercer día de castigo. Tras lo ocurrido con Stylon y el recién llegado Elhior, los profesores le habían hecho a él y a Wess los principales responsables, por ser alumnos de último año. Los habían encerrado en sus habitaciones. Aislamiento total. No era para tanto, pero odiaba no poder informarse sobre que ocurría fuera. Volvió a desviar la mirada hacia la arrugada nota que le había dejado Stylon antes de abandonar la academia. Vladimir les dijo que había sido expulsado por lo sucedido en el combate, pero no mencionó absolutamente nada de lo que el gigante contaba en su mensaje.
“Me voy hacia el norte. Regreso a mi hogar. El libro es el verdadero Necronomicon. Ten cuidado con el nuevo. Cuida del resto. Firmado: Stylon, hijo de Stalon.”
El nuevo… Sin duda se refería a Kyle Nocturn. No necesitaba la advertencia del gigante, pero si cuando alguien como él le decía eso, sin duda debía tomárselo en serio. El libro era el verdadero Necronomicon, y lo había traído el mismo. ¿Para qué? ¿Por qué traía un objeto así a un lugar lleno de futuros Protectores y sacerdotisas de la Madre? ¿Por qué llevarlo al lugar más seguro de Edem? Tal vez sus intenciones no fuesen malas… Pero no podía confiar en él. Se pasó la mano por la frente, por enésima vez. Allí aun permanecía escrito con letras negras la palabra “Ladrón”. Había intentado eliminarla con todos los medios posibles, incluso invocando criaturas mágicas, pero nada surtía efecto. ¿Había usado Kyle el libro? No… se decía que cualquiera que usase el libro maldito acabaría muerto. Alguien llamó a la puerta, sacándole de sus pensamientos. Se levantó de la silla frente al escritorio, malhumorado, pensando que debía ser Vladimir de nuevo, para volver a gritarle. No había duda de que el consejero no lo aguantaba. Por algún motivo, a pesar de que había aprobado todos los exámenes, superado todas las pruebas de combate, asistido a auténticos Protectores en el campo de batalla, el consejero no le dejaba graduarse y abandonar la academia. No permitía que se convirtiera en un verdadero Protector, manteniéndolo allí año tras año instruyendo a recién llegados. Ya llevaba tres años seguidos repitiendo el último curso. Pero no podía hacer nada al respecto, solamente el consejero decidía quien podía salir y entrar de la academia. Pero al abrir la puerta le sorprendió ver que era una de las gemelas Tillinger.
-          Layla… ¿Qué haces aquí? Si te pillan visitándome te meterás en un lio. Se supone que debo estar aislado hasta mañana.
-          No te preocupes, he metido algunos billetes en algunos bolsillos, no nos molestarán. – No le sorprendió, era normal ver a las Tillinger evitar los problemas mediante sobornos. Ningún profesor se atrevía a hacer nada contra ellas, ya que su padre era el mayor benefactor de la academia. Ellas lo sabían, y lo aprovechaban siempre que podían. - ¿Puedo pasar, Seth? Quiero hablar contigo.
-          Vale, yo también tengo algunas preguntas.
La chica entró, haciendo sonar sus espadas gemelas mientras contoneaba las caderas al andar. Iba vestida completamente de negro, con ropas ligeras que daban forma a su figura, pero no dificultaban el movimiento. Se sentó en la única silla del pequeño cuarto, obligándole a él a permanecer en pie.
-          ¿Y bien? Dime que te ha traído aquí.
-          He estado hablando con Wess. Por algún motivo, el solo estuvo castigado un día. No cree que Stylon haya sido expulsado por lo que ocurrió. Pienso igual. Si llega a ser cualquier otro, vale. Pero ni tú ni Stylon hubieseis sido expulsados por algo así. Él es el único gigante de la academia, hijo del gran guardián de la Torre, y tú, el Protector Definitivo.
-          Yo no soy ningún protector definitivo, esa historia es una tontería.
-          Nunca has sido vencido en combate. Pero da igual, dime, ¿qué piensas?
Seth desvió un instante la mirada a la nota arrugada. No sabía si podía confiar en ella, aunque sin Stylon, le quedaban pocas personas en quien confiar.
-          De acuerdo, te contaré lo que se. Stylon no fue expulsado, abandonó la academia para volver a la Torre.
-          ¿A la Torre del Norte? ¿Por qué iba a hacer eso? Solo le quedaba un año para convertirse en un autentico protector.
-          Porque…
-          Porque el Necronomicon ha sido robado.
Seth se quedó paralizado, completamente sorprendido. Nunca había hablado delante de otra persona. Se fijó en que la chica estaba con la boca abierta, mirando fijamente con sus tres ojos a su espada. Era inútil disimular en ese momento. Seth desenvainó su espada, y vio que el rostro tallado en la guarda tenía los ojos abiertos por completo.
-          Así que los rumores son verdad… Tu espada está viva…
-          Más o menos. Es la primera vez que habla con alguien que no sea yo…
-          Pero eso que cuenta del Necronomicon… Siempre creí que realmente el libro de los muertos no existía, que era un cuento para asustar a los niños antes de dormir.
-          Existe, y lo tenemos escondido. No estábamos seguros en un principio, pero Stylon me lo ha confirmado.
-          Vaya… puede que eso explique lo que está sucediendo fuera.
-          ¿A qué te refieres?
-          Hay muchos más lobos blancos en la academia que patrullando Edem, según me ha dicho mi hermana. La guardia ha intensificado sus rondas. Las sacerdotisas están reforzando las protecciones mágicas. Nos han dicho que es porque esperan un ataque. En ningún momento han mencionado el libro.
-          Normal, no querrán que cunda el pánico.
-          ¿Y qué piensas hacer con él?
-          No lo sé… No sé si entregárselo a los profesores. Al menos hasta que descubra que es realmente Kyle.
-          ¿Kyle?
-          Si, un alumno nuevo. Piel pálida, sonrisa petulante. Él trajo el libro. Se lo arrebatamos – Seth se levantó el pelo que ocultaba su frente y le mostró la palabra ladrón. Ella la miró fijamente, aunque no dio muestras de sorpresa. Estaba seguro de que si llega a ser su hermana no hubiese dudado de reírse delante de él por aquello.
-          ¿Y si te lo llevas lejos? Parece que además de nosotros solo ese chico sabe que el libro está aquí. Podrías esconderlo lejos o devolverlo a la torre.
-          No – La espada volvió a hablar, con una voz que sonaba directamente en la mente de Seth y Layla – Nadie puede llevarse el libro. El Necronomicon solo va allí a donde él quiere ir. Si está aquí, es porque aquí es donde quiere estar. Cualquiera que intente hacer algo en contra de su voluntad será victima de terribles maldiciones.
-          Entonces, ¿qué hacemos? – Layla se mostraba algo nerviosa frente a la espada, aunque a Seth le sorprendió ver que no reaccionaba de modo exagerado.
-          Tengo que ir a hablar con Kyle. Ya. Él sabe algo. Se lo sacaré aunque sea a la fuerza. Paga lo que sea necesario para sacarme de aquí, te lo devolveré en cuanto pueda.
Volvió a envainar su espada, cuyo rostro volvió a cerrar los ojos y quedarse completamente quieta. Cogió la armadura y se la enfundó. La joven accedió a pagar si era necesario, el dinero no suponía un problema para ella. Se levantó y, juntos, fueron al encuentro de Kyle. Layla le dijo que era difícil encontrar al nuevo durante el día, pocos lo veían fuera de clase. Pero que todas sus compañeras le habían dicho que esa noche Laim celebraba una gran fiesta, y que muchas habían invitado personalmente a Kyle. No era lo que Seth hubiese deseado, no quería volver a montar un escándalo, prefería encontrarse a solas con él. Pero mejor eso que nada.



ALYSSA
No había demasiadas oportunidades de divertirse en la academia. Al menos no de modo que lo permitiera el profesorado. Era extraño que permitieran a Laim organizar la fiesta, pero teniendo en cuenta que la mayoría de soldados de la academia portaban armas forjadas por manos de la familia Ironblade, los padres de Laim. Alyssa estaba satisfecha, estaba claro que Laim era bastante popular, por un motivo que ella desconocía. Había montones de chicas en la fiesta, las fieles seguidoras sin cerebro del joven bailarín. Todas suspiraban al verle pasar, solo les faltaba besar el suelo que pisara. Aunque no le sorprendería, algunas incluso pagaban por mechones de su pelo rojizo. Aunque claro, Laim también cobraba bastante por mechones de pelo de Seth, el cual también tenía sus propias seguidoras. Podía entender que admirasen a Seth, después de todo era una leyenda viva. ¿Pero Laim? Si, es cierto que era bastante atractivo, aunque para su gusto era demasiado afeminado. Y no había duda de que a Laim solo le gustaba una persona, él mismo. Ella lo había descubierto en más de una ocasión mirándose en el espejo durante minutos, e incluso en alguna ocasión lo pilló besando su propio reflejo. No, había nada que admirar en Laim. Al menos, fuera del campo de batalla. Mientras meditaba sobre aquello despreciando un poco a las chicas que daban esa fama de borregos descerebrados a las mujeres, Alyssa recibió una imagen visual a través de su tercer ojo. Era lo que en ese momento estaba viendo su hermana. Esta le mostraba lo que ella veía a través del ojo de su frente. Estaba escribiendo algo en un papel. Vale, le mandaba un mensaje. Era algo que hacían a menudo para comunicarse entre ellas cuando estaban lejos una de otra, muy útil en los exámenes. En el papel ponía “voy hacia allí con Seth. No te vayas hasta que lleguemos. Y por favor, compórtate”. Así que Seth, ¿eh? No era muy sorprendente. Seth era famoso entre otras cosas por ser una persona muy responsable, y acatar las normas de la academia y de los protectores al pie de la letra. Era muy del estilo de Layla, honorable y justo. Pero eso de comportarse, en una fiesta… Bueno, ella no podía prometer nada respecto a eso.
-          ¿Alyssa? ¿Qué te pasa? Estás muy seria.
Wess estaba a su lado, botella de vino en mano. Ella le sonrió, cerrando su tercer ojo y volviendo de nuevo su atención a la estancia. La banda era buena, y tocaba cualquier estilo, muy al estilo de Laim. Este volvió su atención hacia ellos, y se acercó danzando, al ritmo de la música. Sobreactuaba demasiado. A veces pensaba que Laim debía haberse dedicado al mundo del espectáculo, viendo a las chicas que se agolpaban en toda la estancia no cabia duda de que hubiese sido toda una estrella. Este llegó hasta su lado, donde se paró adoptando una pose algo ridícula, que él debía considerar espectacular.
-          ¡Buenas! ¿Disfrutando de la fiesta?
-          Es lo que iba a comenzar a hacer ahora mismo, gracias.
Le arrebató la botella a Wess, ignorando sus quejas, y dio un largo trago. Para mantener una conversación con Laim era mucho mejor estar bebida, así que mejor empezar ahora.
-          ¿Sabéis donde está Seth?
-          Castigado – Wess le contestó sin prestarle mucha atención, mientras buscaba en la mesa algún licor de su agrado.
-          Está claro que no quiere que mi presencia le eclipse. – la risa de Laim era dulce, encantadora, como si la hubiese ensayado durante mucho tiempo – Es demasiado amargado para plantearse la opción de divertirse.
-          Admítelo, te apena que no haya venido – a pesar de las palabras del joven, Alyssa tenía claro que este apreciaba a Seth, al menos en cierto modo retorcido.
-          Evidente. Siempre es una pena no poder avergonzarlo. ¡Hoy era un buen día para demostrarle que soy mucho más “guay” que él!
Alyssa estuvo tentada de llevarse la mano a la cara, pero aguantó estoicamente, bebiendo algo más. La botella se vació, y agarró otra sin tan si quiera pararse a ver que era. Guay. ¿Qué clase de persona usa esa palabra? Estaba claro que a Laim solo le preocupaba ser popular, y creía que Seth era su rival dentro de la academia, a pesar de que a este eso no le interesaba lo más mínimo. En ese momento una chica se acercó a Laim. Era muy joven, apenas 17 años. No recordaba haberla visto nunca, debía ser una de las novatas. Esta dio varios pasos torpes, tropezándose consigo mismo, y calló en brazos de Laim, el cual se quedó mirándola muy serio.
-          Hoddaaa, Laimmm – no cabía duda de que estaba borracha. Bastante, además.
-          Tienes las manos sucias, y te apesta el aliento. Adiós.
Laim la soltó, dejándola caer al suelo. Está calló torpemente, aunque no se quejó, se quedó mirando a Laim con la misma cara de boba que con la que llegó.
-          Silvia, levántate anda.
Wess, todo caballeroso como de costumbre, la recogió con cuidado y la levantó. En ese momento la joven comenzó a vomitar, salpicando las zapatillas de quien la sostenía.
-          Qué asco. Acabas de morir para mí – Laim se tapó la nariz con un pañuelo de seda carmesí que sacó del bolsillo de su levita. No iba ataviado con su atuendo rojo repleto de armas, si no con un elegante traje de corte clásico.
Cuando la cría dejó de echar todo lo que había bebido, esta volvió a mirar a Laim, con sus ojos llorosos. En ese instante comenzaron a escucharse murmullos por toda la sala, que se escuchaban a pesar de la música. “¿Quién es ese tan guapo?” “¡Ha venido!” La sala parecía un gallinero. Alyssa bebió más, orgullosa de no estar en el corral. La joven que acababa de vomitar también escuchó las voces, y su rostro se iluminó de golpe.
-          ¿Seeezzzz?
<< ¿Otra admiradora de Seth? Se le romperá el corazón cuando le vea con mi hermana. Qué pena>> El alcohol ya comenzaba a hacer efecto, y le costó un poco centrar la vista en la entrada de la sala. Pero no, no era Seth. Era el nuevo, el que estaba haciendo competencia a Laim en cuanto a admiradoras idiotas.
-          ¡Tú! ¡Albino!
Laim fue directo hacia el recién llegado. Estaba claro que debía informarse un poco mejor. El chico era increíblemente pálido, en total contraste con su elegante traje negro, pero sus cabellos y sus ojos eran de un color oscuro, al contrario que en un albino. El nuevo sonrió a Laim cuando este se plantó frente a él. La verdad es que era bastante guapo…
-          Muchas chicas. Me alegra ver que aquí también sabéis divertiros. Menos mal que hay alguien como tú. Muy buena música. ¿Y esa ropa? Está claro que tienes buen gusto
En un instante la ira de Laim se disipó. No había nada que le gustase más que ser adulado.
-          Me alegra ver que entiendes. Tu traje tampoco está mal, aunque el color es muy simple. ¿Y tu entrada?
-          ¿Mi entrada? Aquí.
Laim extendió la mano para recogerla. Alguien como él nunca gastaría dinero por otros, así que para su fiesta había repartido entradas, y no baratas precisamente. El joven golpeó la mano de Laim con su propia palma, y pasó de largo sin decirle nada mas, dejándolo clavado en el sitio. Se movía con prepotencia, observando a todas las chicas, como si las juzgase. Llegó a una mesa y simplemente cogió un vaso que sin duda no era suyo. Laim se volvió rápidamente, siguiéndolo.
-          ¡Eso ha sido genial! – parecía que a Laim le había encantado que lo dejaran clavado… Era difícil entenderle. – Sin duda eres guay, aunque no tanto como yo.
-          ¿Guay? Ah, ya.
-          ¡Tú nunca podrías hacer esto! ¡Música maestro! ¡Ritmo afilado!
Laim cogió a Kyle de la mano y lo arrastró a la pista de baile. Alyssa no sabía si lo que estaba presenciando era fruto del alcohol, sin duda era una situación totalmente surrealista. Laim comenzó a moverse ágilmente, con movimientos suaves, sueltos, como si hubiese nacido para bailar. El otro, agarrado a su cintura, se dejaba llevar. A pesar de no estar a la altura de Laim, sus pasos eran precisos, y no tardó en cogerle el ritmo.
-          ¡No lo haces nada mal! – Laim lo miraba impresionado.
-          Aprendo rápido, maestro.
-          Pero el secreto está en la cintura, así.
Laim lo soltó, y comenzó a girar sobre sí mismo y a dar pasos que hacían que su cuerpo pareciera de goma. En seguida, su “adversario” lo siguió, y aunque más lentamente, repitió exactamente los mismos pasos. Las chicas, e incluso los hombres, los miraban impresionados. Finalmente la canción acabó.
-          Eres impresionante, Laim. Espero estar algún día a tu altura.
-          Tú tampoco lo haces mal. Me caes bien, Nocturn, por eso te diré que nunca podrás moverte como yo. Ahora, si me disculpas, voy a hidratarme. Tú estás demasiado pálida, tal vez deberías venir conmigo algún día a tomar el sol.
-          No me agrada demasiado el sol, pero tomo nota. Ahora, voy a hacer cosas más divertidas.
Kyle guiñó el ojo al anfitrión de la fiesta, dedicándole una de sus sonrisas mientras Laim le daba la espalda, y en un abrir y cerrar de ojos, Alyssa lo perdió de vista. Lo buscó por toda la sala, y fue a encontrarlo justo en la otra punta. Debía haber bebido más de lo que creía.
-          Tú y… tú – le escuchó decir.
Señalo a dos de ellas, estas comenzaron a reírse nerviosas. Kyle se acercó a ellas, rodeó por la cintura a cada una de ellas con un brazo, y juntos salieron del salón. Laim volvió hacia ellos, mientras se echaba una crema en la cara.
-          No está nada mal para ser un novato.
-          Que pasa, ¿te has enamorado?
-          Absurda. Nadie está a la altura del gran Laim.
-          No me cae bien, ¡es un chulo!
El que habló era Elhior, el chico que se enfrentó al gigante. Era la primera vez que lo veía sin su espada, aunque no cabía duda de que también estaba borracho. Parecía que los nuevos estaban aprovechando bien la fiesta.
-          Hola perdedor. Hace días que no te veo. – Laim se miraba a un espejo de mano mientras hablaba con el joven.
-          Normal… He estado evitándote.
-          A mí tampoco me cae bien – Wess llevaba un rato sin beber, más o menos desde que apareció Kyle. Ahora se dedicaba a fumar. Se había puesto bastante serio desde que apareciera Nocturn.
La puerta de la sala se abrió de golpe, y Seth y Alyssa entraron. El primero, ataviado con su armadura, fue directo y con rostro de pocos amigos hacia ellos. Al llegar cogió a Laim por el cuello de la camisa.
-          ¿En qué demonios piensas?
-          ¡Oye, que me arrugas la ropa!
-          ¡¡No solo te pones a bailar con él, sino que encima dejas que se vaya con dos novatas!!
-          Oye, si estás amargado no lo pagues conmigo. ¿De qué me hablas?
-          Seth, tranquilo, Laim no sabe nada – Wess los separó, y se puso entre ambos. No había duda en que Seth estaba bastante molesto. - ¿Cómo sabes lo que ha pasado?
-          Se lo he dicho yo – Alyssa se señaló el tercer ojo. Odiaba que la espiara, pero no podía evitarlo.
-          Vamos a buscarlo, Wess. El libro es el autentico.
-          ¿De qué habláis? – Laim compartía sus dudas. Ella tampoco sabía a qué se referían, aunque viendo a Seth parecía serio.
-          Os lo contaré por el camino, pero que no salga de aquí.
Cuando se aseguraron de que Elhior se había alejado, Wess se quedó allí para explicarle la situación a Laim y Alyssa. Seth y Layla se marcharon en busca de Kyle.



JON
Estaba medio dormido cuando llegó Kyle. Este entró con dos muchachitas, parecían divertirse mucho, no paraban de reir. Se levantó y los saludó. Estaba aburrido sin Kyle, así que se alegraba de verle.
-          Chicas, este es Jon, mi compañero. Dentro de unos años será el Protector más poderoso de Edem, os lo digo yo.
-          Hola pequeñín. Qué suerte tienes de dormir con Kyle.
-          No será el único con esa suerte esta noche – su compañero dejó a sus amigas frente a la puerta y se le acercó.
-          Oye, Jon, tengo un ejercicio de concentración para ti. Te ayudará a tranquilizarte en combate. Toma.
Kyle le dio un libro y una especie de orejeras. Jon se las probó, en ese momento dejo de escuchar. Veía a las chicas mover los labios, pero no escuchaba nada. Se los quitó y le dio las gracias a Kyle. Luego miro el libro, en la portada ponía “Cuentos de Terror”. No le gustaban mucho las historias de miedo, y mucho menos antes de dormir. Pero creyó saber en qué consistía el ejercicio. Si conseguía aislarse de lo que le rodeaba, y concentrarse solamente en su objetivo, y además ignorar sus miedos, sería más fuerte. Si, debía ser eso. Mientras las chicas hablaban Kyle se acercó a ellas y puso un dedo en sus labios, haciendo que se callaran y se pusieran completamente rojas. Su compañero también guardó silencio, mientras ladeaba la cabeza, como si escuchara algo, luego sonrió.
-          Chicas, ¿qué tal si vais antes al baño? Tanto bailar hace sudar, y bueno, ya tendremos tiempo para hacer eso luego, ¿no?
Ellas le obedecieron. Kyle tenía una voz casi hipnótica, él lo sabía. Las chicas se metieron dentro y cerraron. El joven le dijo a Jon que comenzara ya con su ejercicio, y salió de la habitación, cerrando la puerta a sus espaldas. Jon se puso los casos, y dejó de oír.


SETH
Consiguieron averiguar la habitación de Kyle gracias a Layla Tillinger. Seth comenzaba a apreciar sus métodos, aunque no estuviera totalmente de acuerdo con esa forma de actuar, admitía que era útil. Llegaron frente a la habitación. Desde fuera ya se escuchaban las voces de las chicas, aunque bastante amortiguadas. Debía averiguar si realmente ese desgraciado engreído tenía relación con el Necronomicon. Si era así, las chicas estaban en peligro, y eso no podía permitirlo.
-          Vaya, no sabía que tuviera admiradores tan distinguidos.
Kyle apareció andando por el pasillo tranquilamente hacia ellos, con las manos en los bolsillos. Se paró poco antes de llegar a ellos.
-          ¿Quién demonios eres?
-          Ya os lo dije. Kyle Nocturn, para serviros – este hizo una reverencia, exactamente igual al día que se presentó frente a la puerta de la academia.
-          No te hagas el tonto. ¿Qué has venido a hacer aquí?
-          Lo mismo que todos, estudiar – en ese momento guiñó un ojo en dirección a Layla. Seth comenzaba a cansarse de su descaro.
-          ¿Y el libro?
-          ¿Qué libro?
-          Lo sabes muy bien.
-          Oh, tú sabrás. “Ladrón”.
Era demasiado. Seth se lanzó a por él. Le golpeó con el guantelete en la cara, haciéndole una herida en el labio, y lo estampó contra la pared, sujetándolo con el antebrazo contra esta. Desenvainó su arma, poniéndosela bajo la barbilla.
-          Estoy cansado de tus juegos. Stylon se ha ido por tu culpa. ¡¿Por qué?!
-          Me haces daño…
Seth apretó su presa, comenzando a hacer presión en el cuello con el antebrazo. Kyle no se defendía, no trataba de apartarlo.
-          El gigante, ¿eh? Seguramente se fue a enterrar a sus familiares. He oído que todos los gigantes han muerto. Pero claro, como estás encerrado no te enteras de nada, ¿eh?
-          ¡¿Fuiste tú?!
-          ¡¡BASTA!!
Una descarga eléctrica recorrió el cuerpo de Seth, intensificándose por el metal de la armadura. Esté cayó al suelo, frete a Kyle, el cual se llevó la mano a dolorido cuello. Vladimir apareció dando grandes pasos, sosteniendo su gran martillo de guerra entre las manos. La cabeza de este desprendía chispas azuladas que iluminaban el metal del arma.
-          Kyle, ¿estás bien?
-          Si, gracias.
-          ¡Seth, creía que estabas en tu cuarto! ¡Pasarás otra semana encerrado!
-          Señor, esto no es… - Layla se acercó tratando de calmar al consejero.
-          Tillinger, prefiero pensar que tú no has tenido nada que ver en esto. Piensa bien lo que vas a decir antes de hablar. Si alguien tiene una queja sobre Nocturn, que lo discuta conmigo. La próxima vez que vea que alguno de vosotros trata de dañarlo, será el último día que estará en esta academia. Sea quien sea.
Esto último lo dijo mirando especialmente a la chica. El consejero los cogió, y se los llevó. Guió personalmente por el camino a Seth, sin soltarle el brazo en ningún momento. Estaba claro que allí ocurría algo. Ya no podía confiar en el profesorado… Pero lo peor era la noticia de los gigantes. Todo el imponente clan de los seres más poderosos y antiguos de Edem, eliminado. ¿Habría sido Kyle? No era posible. Nadie podría hacer algo así solo. ¿Qué había ocurrido?


JON

Jon había visto entrar a Kyle a la habitación de nuevo. Este le sonrió, mientras se lamia algo rojo que llevaba en el labio. Luego se fue a la cama de abajo con las chicas. Jon dejó de prestarles atención. La historia del libro era apasionante. Los vampiros eran criaturas terribles y muy poderosas. Pero el héroe era aun más grandioso. Había decidido que de mayor sería cazador de vampiros. Siguió leyendo, apasionado por la historia. A pesar de todo, los movimientos de la cama le resultaban algo molestos.






El destino hacia el que avanzaba Edem era indiscutible. El Apocalipsis era inevitable, pero aun quedaban 10 años. Durante la era en la que el Necronomicon fue robado fueron muchas las señales de su poder a lo largo de todo el mundo.  La primera de ellas fue en el desierto del Este, y si alguien hubiese podido contar lo que allí ocurrió, tal vez todo hubiese sido distinto.

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