martes, 14 de febrero de 2012

Una visita inesperada

Este relato, dividido en tres pequeños fragmentos, continua con el anterior sobre el Necronomicón. Está situado en la trama principal que transcurre desde 10 años antes del Apocalipsis hasta este. Estos relatos transcurrirán a lo largo de estos 10 años, pero abarcarán distintos lugares y las historias serán vividas por distintos personajes. También se mostrarán historias de otras épocas, pero las principales sin duda transcurrirán a lo largo de esos años.




10 años antes del Apocalipsis, Lohur

JON
Era su primer día en Lohur. Lohur, la prestigiosa academia de Protectores de Edem. Era un lugar legendario al que iban los guerreros y magos más poderosos de Edem. De él habían salido poderosos protectores sobre los que aun cantaban los bardos. Al verlo por primera vez, no pudo evitar emocionarse, era un lugar mucho más hermoso de lo que pensaba. En realidad se parecía un poco a la universidad que vio Ciudad Capital cuando hace unos años viajó con su padre. Pero Lohur era muchísimo más grande, y por sus jardines había montones de personas hablando, riendo, incluso combatiendo entre sí. Eso le puso algo nervioso, sabía que gran parte de lo que se hacía allí era ejercitar el arte del combate, y el no era un gran guerrero.
Casi había sido arrastrado a la fuerza, por uno de los lobos blancos, Protectores que viajan por toda esfera reclutando nuevos alumnos. Entonces recordó la fatídica noche en que su familia murió, justo el día que el protector Ivan Tyross lo encontró, casi muerto. Un pequeño grupo de monstruos asaltó su caravana cuando huían de su aldea que acababa de ser arrasada. Edem era un mundo peligroso, plagado de bestias, para eso estaba la orden de los protectores. Ivan Tyross lo encontró medio muerto. Lo salvó y le dijo que debía ir con él de inmediato a la academia. No recordaba cuando apareció el lobo blanco, ni como venció a las bestias, pero sin duda seguía vivo gracias a él. Dieron sepultura a sus padres y elevaron oraciones simples a la Madre, y esa fue la última vez que lloró. Pero el miedo no lo había abandonado.
Jon se había reunido con otros grupos dirigidos por otros lobos blancos y con multitud de personas que se dirigían a apuntarse a la academia. Era un lugar tan famoso que cientos de personas intentaban ingresar todos los años, aunque no admitían a muchos alumnos al año. A pesar de los numerosos edificios no disponían de lugar para tantos, y sus alumnos tardaban unos 10 años en ser nombrados protectores y abandonarla, siempre que demostraran su valía. Ivan lo había abandonado junto a los alumnos que fueron admitidos, por lo visto habían superado algún tipo de prueba que él no había visto, y que a saber por qué, el también había conseguido superarla. Todos eran mayores que él.
Mientras esperaban junto a la entrada, vio como un grupo de tres personas se les acercaban. No eran protectores, pues no llevaban la insignia, aunque a Jon le parecieron bastante fuertes, sobre todo el grandullón. Era la primera vez que Jon veía un verdadero gigante. Medía tres metros y medio, y su barba negra y espesa le daba un aspecto salvaje, sin embargo cuando estuvieron más cerca se dio cuenta de que no paraba de reír. Junto al gigante iba un chico de apenas 17 años de aspecto estrafalario y descuidado el cual parecía el objetivo de las burlas del gigante. El tercero era un joven de no más de veinte años, rubio con ojos claros, que cubría su cuerpo con una armadura imponente. La coraza tenía tallada en plata una majestuosa cabeza de león, y la capa que nacía de los hombros parecía ser la melena de la bestia. Llevaba al cinto una espada con un rostro dibujado en su guardia, el cual ponía bastante nervioso a Jon.
Una de las chicas que tenía al lado dio un respingo y se llevó las manos a la boca. El joven de la armadura dio un paso al frente deja a su espalda a sus compañeros y habló con una voz serena y agradable.
-          Bienvenidos a Lhour. Mi nombre es Seth Lion – en ese momento hubo multitud de murmullos entre sus compañeros, y la chica de su lado pareció dejar de respirar mientras abría cada vez más los ojos. Incluso Jon se quedó sin saber cómo reaccionar durante un momento. Seth Lion, todos habían oído hablar de él. Era un alumno legendario. A pesar de no haber sido nombrado protector aun, sus hazañas se contaban por todo Edem. Había superado todos los exámenes de la academia y había sido vencedor de todos los torneos. Incluso había  luchado ya e algunas batallas reales. Muchos lo llamaban el protector definitivo.
-          Ellos son Stylon, un autentico gigante como podéis comprobar, y Wess Kraham. Seremos los encargados de enseñaros las instalaciones y explicaros para que se usa cada uno de los edificios y las zonas de los jardines. Vosotros diez iréis conmigo, vosotros diez con…
Mientras la chica que había junto a Jon comenzaba a quejarse porque no le había tocado en el grupo de Seth, este se quedó en silencio, mirando fijamente hacia ellos. Jon, nervioso dio algunos pasitos hacia atrás, y entonces se dio cuenta de que no le miraba a ellos, si no a través de ellos. Se giró y miró a su espalda entre el resto de alumnos, más allá de las puertas enrejadas de la entrada. Y entonces lo vio, la nube de humo que se acercaba desde el horizonte.
-          Que inoportuno. Wess, llévatelos, ponlos tras la barrera.
Seth desenvaino su espada, y Jon tuvo la extraña impresión de haber visto como el rostro de esta abría los ojos durante un instante. Wess comenzó a darle señas para que los siguieran. Algunos accedieron a regañadientes, sin saber bien que ocurría, pero la atronadora voz del gigante, que se quedó junto a Seth, acabó por convencerlos. Fueron llevados a cierta distancia, donde un grupo de mujeres vestidas de blanco comenzaban a reunirse. Estas iban formando una especie de cadena humana, formando un círculo alrededor de algunos edificios de la academia. La mayoría de personas que antes estaban tranquilamente pasando el rato en los jardines se iban poniendo tras ellas, o desenvainaban sus armas e iban junto al grupo de Seth, que cada vez era más numeroso. Las mujeres comenzaron a entonar un cantico, y una barrera de luz fue formándose frente a ellas. Jon había oído hablar de eso. Se decía que la Madre cuidaba de la academia, y sus sacerdotisas tenían gran poder en ese lugar. Podían crear una barrera alrededor de sus edificios que no podía cruzar ningún monstruo, e incluso algunas eran capaces de traer de vuelta a los muertos, por lo que se decía que nadie en Lhour podía morir, por eso algunos combates eran realmente a muerte.
-          Maldita sea, son monstruos. Yo debería estar ahí, luchando, y no aquí escondido tras unas mujeres como un cobarde.
El que había hablado era un joven que el había visto en su grupo. No tendría mas de 15 años, pero llevaba una espada enorme a su espalda. Jon creía que pesaba demasiado para que pudiera manejarla, pero aun así era un arma imponente.
-          Chico, esto no es como combatir contra monigotes de paja o lo que quiera que hagáis en el lecho de pulgas del que hayas venido. Eso son monstruos de verdad, y no dudarán a la hora de devorarte.
-          No sería el primer monstruo al que mato.
El muchacho empuñó su enorme arma, dejando claro que era lo suficiente fuerte para manejarla. Se encaminó hacia la barrera, entre las sacerdotisas, y trató de atravesarla. Cuando su manó la tocó la barrera soltó una llamarada y el joven salió disparado varios metros hacia atrás. La espada calló junto a él, y este comenzó a dar vueltas por el suelo, con el rostro arrugado, conteniendo el dolor que debía sentir pero sin quejarse. A Jon le pareció bastante fuerte, sin duda mucho más que él.
La humareda llegó junto a la entrada, y montones de monstruos comenzaron a saltar los muros y a pasar a través de ellas. Soldados embutidos en brillantes armaduras con la insignia de la academia, una espada ardiente, y algunos lobos blancos combatían contra las criaturas. Desde los muros de una de las torres comenzaron a ser lanzadas bolas de fuego y rayos que caían en el campo de batalla, impactando siempre en las criaturas, que ardían y caían fulminadas, impregnando el lugar con el aroma de la carne quemada. Las bestias no parecían muy fuertes, Jon pudo distinguir bestiles, unas criaturas que parecían simios con grandes garras y sin pelo, y simples huargos. No sabía cómo un grupo así se había atrevido a acercarse a la academia, pero podía ver como los soldados los eliminaban sin problemas. Entonces entre la humareda apareció una bestia enorme. Era un draco, un reptil de gran tamaño cuyas mandíbulas eran capaces de devorar a un hombre sin problemas. Entró haciendo temblar el suelo ante los pasos de sus poderosas patas, arrollando a soldados y monstruos por igual. Su enorme cola iba lanzando por los aires a todo el que se acercaba, hasta que el gigante la agarró. El draco y el gigante se enzarzaron en un combate atroz, pero la bestia era incluso mayor que el gigante, y los bestiles aprovecharon el momento para lanzarse sobre él. Seth apareció a su lado, y Jon pudo ver como este comenzaba a mover las manos de un modo extraño. Entonces, tras la aparición de una voz cegadora, Jon pudo ver como un imponente grifo aparecía ante Seth. Este se subió a su lomo, y remontaron el vuelo. Jon había oído hablar de eso. Seth era famoso por ser capaz de invocar y controlar cualquier tipo de bestia, algunos decían que una vez incluso había invocado un mítico unicornio, una criatura ya extinta. Desde el grifo Seth ayudó al gigante, eliminando con su espada desde su montura a las pequeñas alimañas. Pero aun así el draco era más grande, más fuerte. Este abrió sus fauces, y cuando estaba a punto de morder al gigante, una flecha se clavó en su ojo. La bestia rugió de dolor, y se retorció con tal fuerza que incluso derribó al gigante. Seth aprovecho para alejarse y ayudar al resto de soldado de la nueva oleada de bestiles y huargos que salía de la nube. Se acordó de cuando atacaron su aldea. Las tormentas de arena anuncian a una horda, todo el mundo lo sabe. Otra flecha alcanzó al draco. Y otra. Y otra.
-          Vaya, parece que se ha dignado a aparecer – dijo Wess con cierto resentimiento en la voz.
-          ¿Quién?
-          Laim.
A Jon no le sonaba ese nombre, pero cuando Wess dijo eso algunas de las chicas, que pudo ver que ya eran alumnas, comenzaron a acercarse entre murmullos y suspiros a la barrera, aunque sin intentar atravesarla. Jon trató de ver algo a través de las chicas, pero le era difícil. Cuando consiguió hacerse hueco vio como un hombre vestido con una armadura ligera carmesí, que parecía estar hecha con todo tipo de armas, se dirigía hacia el draco lanzado una flecha tras otra, sin tan si quiera tomarse tiempo en apuntar. Cuando estuvo suficientemente cerca, tiró el arco al suelo y desenvainó dos espadas. La bestia rugió y centró su atención en él. Abrió sus fauces y se lanzó furiosa hacia su objetivo. Laim, como si estuviera danzando, dio algunos pasos gráciles quitándose de la trayectoria de la bestia. Cuando estuvo a su lado, lanzó rápidos y certeros golpes con sus armas en el cuello de la criatura. Las chicas comenzaron a gritar, una actitud algo exagerada para el niño, aunque le había parecido impresionante el modo de enfrentarse a la bestia. Cuando las chicas volvieron a dejarle un hueco, Jon pudo ver decepcionado que la batalla había terminado. La nube comenzaba a disiparse, y los soldados se dedicaban a ayudar a los heridos y a felicitarse entre sí. El cántico de las sacerdotisas dio fin, disolviendo la barrera, y los espectadores comenzaron a marcharse mientras hablaban entre risas. Ninguno parecía preocupado por lo que acababa de ocurrir.
-          Vaya un momento que han elegido este año.
La voz era la de Ivan Tyross, el lobo blanco que lo salvó. Jon lo había estado buscando en el campo de batalla, pero no lo vio. Al parecer se había quedado con ellos tras la barrera.
-          ¿Qué quieres decir?
El que preguntaba era el joven de la espada grande. Parecía que ya se sentía mucho mejor, aunque aún seguía frotándose la mano con la que había tocado la barrera.
-          Era un simulacro. Se suelen hacer sin previo aviso, para los alumnos de último año o los lobos blancos que acaben de conseguir ese título – dijo Weiss mientras volvia a reunir al grupo de recién llegados.
-          Así es. Habéis tenido suerte de ver esto en vuestro primer día. Bien, yo he de irme. He hablado a la directora sobre ti, Jon. Espero que no tu estancia no sea muy dura.
-          Pero yo no soy un guerrero…
-          Eso ya lo veremos.
El hombre se despidió con un simple asentimiento, y se marchó hacia una gran torre situada en el centro de la academia.
-          Thc, parece que aquí admiten a cualquiera, incluso niños que no saben pelear – el chico de la espada grande miraba al resto de compañeros con desprecio, aunque Jon había visto que a él ni se dignaba a mirarlo.
-          Si – le contestó Wess -, por eso te tenemos a ti.

SETH

Horas después de la batalla, Seth seguía junto a la puerta, asegurándose de que no habían dejado ningún herido debajo de ninguna bestia, y que ninguna de estas se había quedado detrás del grupo y podría convertirse en un peligro para los nuevos. Stylon y Wess llegaron junto a él. En gigante, como siempre, bromeaba, ridiculizando al pobre Wess.
-          Menos mal que te has quedado tras la barrera, no me hubiese gustado tener que estar atento a ti todo el rato para que esas alimañas no te mordieran el culo.
-          ¿Habéis terminado? – les preguntó Seth mientras se dirigía a cerrar las puertas que habían dejado abiertas con toda la agitación del simulacro.
-          Si. Al menos he podido descansar un rato del gigante.
Seth sonrió, mientras el gigante daba un manotazo amistoso a Weiss, tirándolo de bruces al suelo, lo que prorrumpió en mas carcajadas del grandullon y quejas por parte del humano. A pesar de que habían pasado algunas horas, la humareda comenzaba a disiparse ahora. Seth se quedó un momento quieto, mirándola. Le había parecido ver algo en su interior, alguna sombra. Pero el hecho de que el sol estuviera ocultándose no le ayudaba. Tras asegurarse de que no volvía a ver nada, finalmente cerró. Se giró y junto a sus compañeros se decidieron a ir a cenar. Hasta que escucharon la voz.
-          ¡Eh! ¡Eeeeh! ¿Me abrís?
Seth se giró, extrañado. Al otro lado de la verja había un chico de aproximadamente su edad, que sonreía mostrando sus dientes, que casi parecían brillar. Iba con ropas elegantes y oscuras, y llevaba un pequeño maletín.
-          ¿Quién eres? No abrimos las puertas al caer la noche – le dijo Weiss.
-          No deberías estar ahí, pequeñín. ¿No te han dicho nunca que las tormentas de arena traen a los monstruos? ¿Cómo se te ha ocurrido pasar tan cerca de una? – la voz del gigante era amigable, pero atronadora.
-          O vamos, ahí dentro ya no queda nada. Venga, abridme por favor, se me ha hecho algo tarde.
-          ¿Tarde? ¿Eres uno de los nuevos alumnos?
-          Así es, caballeros. Kayle Nocturn, para servirles – el hombre hizo una exagerada reverencia, y se quedó mirando fijamente a Seth, con su eterna sonrisa. Parecía reírse en todo momento de alguna broma que solamente él entendía.
Wess sacó una hoja de papel y comenzó a mirarla, pero Seth le dijo que parara. El conocía la lista de memoria. Por suerte o por desgracia, poseía memoria fotográfica. Se acerco a las puertas, mirando con desconfianza al joven al otro lado. Tenía algo que no le gustaba nada. Tal vez era su actitud, o simplemente la forma que tenia de mirarle. Se había dado cuenta de que no se había molestado en mirar a los demás. No apartaba su mirada de él, le ponía nervioso. Abrió las puertas, e inmediatamente el chico entró, sin pararse a saludarle y dejándole plantado en la entrada.
-          Así que esto es Lhour, ¿eh? No está mal.
-          Deberías sentirte honrado porque te aceptaran.
-          Tu también deberías sentirte honrado porque me aceptaran.
Seth seguía sin confiar en él. Habia algo que no le gustaba. Sin darse la vuelta y manteniendo el movimiento de sus manos oculto, Seth invocó a un diablillo oscuro. La criatura apenas podía hacer nada, aunque era una buena alarma de poder oscuro. Siempre se lanzaban de cabeza contra las fuentes de energía maligna, de las que se alimentaban. La criatura apareció frente a Seth a través de un vórtice oscuro, y sin perder tiempo, se lanzó rápidamente hacia Kayle. Seth sonrió satisfecho, no solia equivocarse con las personas. Pero el diablillo no se lanzó a por el joven… si no a por su maletín. El diablillo se quedó agarrado a él, y Seth pudo ver incrédulo como la criatura comenzaba a engordar increíblemente rápido. Hasta que reventó.
-          Vaya. ¿Qué ha sido eso?
Kayle se giró hacia Seth, sonriéndole. El gigante y Wess se pararon en seco, sin saber bien qué hacer. No sabían de las sospechas de su compañero, pero sabían perfectamente como actuaba un diablillo oscuro. No era lo que esperaba Seth, pero sin duda algo increíblemente malvado se ocultaba en ese maletín. Seth desenvaino la espada y se acercó a Kayle.
-          Eh, eh, tranquilo Seth, soy un gran fan tuyo.
-          ¿Qué llevas ahí?
-          Solamente mis cosas, nada de lo que tengas que preocuparte.
-          Yo creo que sí.
-          Puedes creer lo que quieras, amigo.
-          No somos tus amigos – le dijo Wess mientras se acercaba por la espalda. Wess agarró el maletín y se lo arrebató. Kayle ni si quiera se resistió. Había algo raro en aquello, pero Seth no sabía decir que era. Wess abrió el maletín y comenzó a rebuscar en su interior. La sonrisa del joven crecía por momentos, sin dejar de mirarle.
-          Solo hay ropa, y un libro. A ver…
Wess sacó un libro. Parecía bastante viejo. Kayle abrió la boca, y vocalizó algo. Pero Seth no lo entendió. ¿Se reía de él? Wess abrió el libro… y algo saltó desde el interior de este a sus caras. Los tres gritaron, mientras Kayle comenzaba a reír en voz alta. Seth se restregó los ojos y la frente. Estaba seguro de que algo le había golpeado en la frente, pero no parecía haber nada, y no tenía sangre. Agarró el arma con firmeza y la acercó más a Kayle.
-          ¿A qué estás jugando? ¿Qué era eso?
-          Lo que os merecíais. Bien, si lo queréis, quedáoslo. Yo me voy, a ver cuál es mi habitación.
-          Tú no te mueves de aquí hasta que…
Con una rapidez cegadora, Kayle apareció a las espaldas de Wess recogiendo su maletín, pero no el libro. Hizo una nueva reverencia, y volvió a desaparecer… Seth se acercó a su compañero, que había dejado caer el libro.
-          Oye Seth, ¿tengo algo en la frente?
Seth se acerco, aliviado al saber que no era el único que lo había sentido, y le apartó el pelo. Pudo ver como su compañero ponía cara de asombro también al mirarle a él. Pudo imaginar el por qué. Sin duda, el también debía tener escrita la palabra “soy un ladrón” en la frente. Wess comenzó a frotarse con fuerza, aunque la palabra no desaparecía. La tinta si quiera se corría. Frustrado y algo irritado por la situación se agachó y cogió el libro. La cubierta era suave al tacto, aunque parecía vieja. El libro se había vuelto a cerrar y por algún motivo no conseguía abrirlo. Lo giró y miró la cubierta. Seth se quedó paralizado, temblando. Stylon, que no había hablado desde hace rato, toco el hombro a Seth, este lo miró, aliviado por poder apartar sus ojos del libro. Stylon señalaba hacia la puerta, hacia el exterior, con un rostro bastante serio para alguien como él. Y pudo ver que le preocupaba. La humareda se había disipado, y se podía ver una enorme brecha en la tierra, de más de diez metros de ancho, que se extendía hacia el horizonte. Seth volvió a mirar el libro, cada vez mas asustado.
Era el Necronomicon.


JON

Jon estaba en su habitación acostado mientras observaba la noche. No había nubes, y las estrellas y dos de las cuatro lunas brillaban con energía. Había sido un día extraño, ni si quiera entendía bien porque debía estar ahí. Aunque ahora que no tenía familia, no sabía a que otro lugar debía ir. Tal vez con sus tíos a Morena, pero en el norte hace demasiado frio. La cama de abajo estaba vacía, su compañero aun no había llegado. Esperaba que no le tocara con el chico antipático de la espada grande. En ese momento la puerta de la habitación se abrió, y entró un chico de unos 17 o 18 años. Iba vestido con ropas negras elegantes, y llevaba un pequeño maletín.
-          Hola, soy Kayle Nocturn, ¿y tú? Tranqui, no te bajes, puedes escoger la cama que quieras.
Su sonrisa era increíble. A Jon le calló muy bien nada más verlo.

2 comentarios:

  1. que raro, todo esto no me suena absolutamente de nada... y que yo sepa, eramos todo chicas, no chicos, jum..

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  2. xddd Aun tienen que aparecer mas personajes!

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