En fin, a ver que os parece el principio.
En lo
más profundo del mundo, donde el padre de los gigantes construyó la primera
torre, está oculta la entrada al infierno. Vigilada eternamente, sus puertas
permanecen cerradas a cal y canto para que nada pueda entrar, ni salir. La
torre es prisión y vigía de este oscuro secreto, que ha sido olvidado por
todos… o casi todos.
Un hombre camina por el interior de la torre. Sus pasos resuenan por el lugar, en el que hace milenios que no entra nada. Poco a poco desvela todos los secretos, y consigue abrir puertas creadas para que ningún humano pudiera cruzarlas. Hábilmente evita a los tenebrosos moradores, y continua descendiendo. Cada paso le acerca más al abismo, cada paso retuerce y quiebra mas su mente. Finalmente llega ante la puerta tras la cual acecha el guardián, donde está la entrada. Pero no es esa entrada la que busca. Hay misterios oscuros y terribles, otras formas de entrar, otras puertas si sabes cómo buscar. El hombre saca una pequeña campana, entona una lúgubre letanía con su profunda voz.
¡Dong! ¡Dong!
Un hombre camina por el interior de la torre. Sus pasos resuenan por el lugar, en el que hace milenios que no entra nada. Poco a poco desvela todos los secretos, y consigue abrir puertas creadas para que ningún humano pudiera cruzarlas. Hábilmente evita a los tenebrosos moradores, y continua descendiendo. Cada paso le acerca más al abismo, cada paso retuerce y quiebra mas su mente. Finalmente llega ante la puerta tras la cual acecha el guardián, donde está la entrada. Pero no es esa entrada la que busca. Hay misterios oscuros y terribles, otras formas de entrar, otras puertas si sabes cómo buscar. El hombre saca una pequeña campana, entona una lúgubre letanía con su profunda voz.
¡Dong! ¡Dong!
Suena
una campana, melodía de ultratumba que en cada alma retumba para negar su
mañana.
¡Dong!
¡Dong!
Se abre
ya la puerta que el infierno tapa. Si te ve, te atrapa con su mano muerta.
¡Dong!
¡Dong!
Demasiado
tarde, tu alma está atrapada, y por ser malvada, eternamente arde.
¡Dong!
¡Dong!
Así es
como Abdul Al-Hazred entró al infierno por el caldero de Hades. Y tan solo
quedó como testigo de su viaje y caída a la locura un libro que escribió
durante su descenso junto al lugar donde apareció el caldero. Un libro maldito
que guarda el averno entre sus páginas.
Siglos
después nadie recuerda el nombre del hombre, ni el motivo por el que se alzó
originariamente la torre, pero son muchos los que han oído hablar del libro. Y
en lo alto de la torre, los descendientes del gigante protegen el manuscrito
maldito. El libro que posee los secretos sobre el infierno y es recipiente de
la más aberrante maldad. El libro que llevó el apocalipsis al mundo 10 años
después de que lo robaran.
El
Necronomicon.
23 años antes del
Apocalipsis
El
joven llora y grita en brazos de su madre. No recibe respuesta alguna. Nota
como la piel de ella se va enfriando, mientras la sangre abandona su cuerpo y
se funde con la lluvia tiñéndola de rojo. Traición. Traición. La palabra
resuena en la cabeza del joven, y poco a poco la ira va inundando su cuerpo.
-
¿Por qué lo has hecho? ¿Por qué?
Ve al
hombre que acaba de asesinar a su madre, el hombre en quien creía poder
confiar. Los ha traicionado a todos, a su madre, a él, a su padre… al mundo
entero.
-
¿Por qué crees tú que lo he
hecho?
Ve como
una sonrisa se dibuja en su rostro. Nunca antes lo había visto sonreír… siente
el odio arder en su interior.
-
Por miedo. Temes que mi padre ocupe el trono. Tienes envidia de él,
siempre la has tenido.
-
¿Eso es lo que él te ha dicho?
Una
carcajada áspera resuena en la voz del asesino. Sabía que no podía confiar en
él. Siempre había tenido un lado oscuro, siempre ha sido una bestia sedienta de
sangre. Su padre parecía no verlo, pero el sí, siempre le tuvo miedo. Deja el
cuerpo de su madre en la tierra mojada. Sabe que nadie irá a ayudarlo, no allí.
Sus guardias habían desaparecido, y tan solo quedaba él, que irónicamente era
quien se iba a ocupar de su seguridad. Traición.
-
Eres un cobarde.
-
¿Por qué? ¿Por salvar un país? ¿Por salvar un mundo?
-
Creía que tenías honor.
-
Honor…
De
nuevo la carcajada. No lo entendía, él siempre hablaba de honor, del orgullo de
la batalla. ¿Por qué los había arrastrado a esa trampa? ¿Por qué los asesinaba
a ellos para dañar a su padre? Su padre… ¿estaría el bien o habría caído en
otra trampa?
La noche llegó, pintando el cielo de rojo bajo la luz de la luna maldita, la luna carmesí, señal de desgracias. Demasiado tarde, piensa, las señales siempre vienen tarde. Traición.
El hombre permanece quieto, mirándolo fijamente sin si quiera pestañear. Piensa en huir, pero sabe que no podría. De él no. ¿Y a donde iba a ir? Estaba en mitad de un bosque que desconocía completamente. Su esposa y su hijo estarán más tranquilos en casa que en la capital mientras se decide el descendiente, había dicho él. Allí estarán seguros si surge algún altercado, dijo él. Traición.
La noche llegó, pintando el cielo de rojo bajo la luz de la luna maldita, la luna carmesí, señal de desgracias. Demasiado tarde, piensa, las señales siempre vienen tarde. Traición.
El hombre permanece quieto, mirándolo fijamente sin si quiera pestañear. Piensa en huir, pero sabe que no podría. De él no. ¿Y a donde iba a ir? Estaba en mitad de un bosque que desconocía completamente. Su esposa y su hijo estarán más tranquilos en casa que en la capital mientras se decide el descendiente, había dicho él. Allí estarán seguros si surge algún altercado, dijo él. Traición.
-
Oh, ya han llegado.
Unas
figuras oscuras aparecieron entre los árboles, sin emitir el más leve sonido. Parecían
sombras que se deslizaban en la oscuridad de la noche. La luna carmesí
iluminaba sus ojos, que brillaban con un fulgor rojo. Se acercaron a él, y
luego miraron al joven.
-
¿Es este?
Dijo
una voz femenina, sibilante, con un tono que hacía ver que le alegraba la
situación. El hombre asintió, y las sombras comenzaron a moverse en torno al
joven. Todas comenzaron a reír. Era una risa que helaba la sangre, que le
aterrorizaba. Comenzaron a susurrarle mientras se acercaban y alejaban de él, atormentándolo,
a una velocidad cegadora. Venganza, decían, venganza contra el hijo de aquel
que nos expulsó. Venganza contra la semilla de su enemigo. Venganza.
Trató de moverse, de escapar, pero no podía. Estaban por todas partes, rodeándolo, empujándolo y derribándolo cuando intentaba levantarse. Trató de buscarlo a él, pero no lo veía. No estaba, había huido. Las figuras comenzaron a moverse cada vez más lentamente, y pudo distinguirlos. Esos ojos, esa piel pálida, esos dientes. Vampiros. Desesperado, aterrorizado ante su destino, gritó. Gritó en la noche, mientras las sombras se abalanzaban sobre él y clavaban en su piel sus afilados colmillos. Traición. Traiciondo por su propia sangre.
Trató de moverse, de escapar, pero no podía. Estaban por todas partes, rodeándolo, empujándolo y derribándolo cuando intentaba levantarse. Trató de buscarlo a él, pero no lo veía. No estaba, había huido. Las figuras comenzaron a moverse cada vez más lentamente, y pudo distinguirlos. Esos ojos, esa piel pálida, esos dientes. Vampiros. Desesperado, aterrorizado ante su destino, gritó. Gritó en la noche, mientras las sombras se abalanzaban sobre él y clavaban en su piel sus afilados colmillos. Traición. Traiciondo por su propia sangre.
-
¡Tío Adan! ¡¿Por qué?! ¡¿Por
quéeee?!
Días
después una patrulla de soldados encontró los cadáveres. Por todo el bosque
había guardias que habían sido degollados limpiamente. Pero lo que más
escandalizó al pueblo fue encontrar a la esposa e hijo, este último totalmente
desangrado, de uno de los aspirantes al trono, Kaine, hermano de Adan, y
segundo aspirante. Una semana después del descubrimiento, Kaine, que acababa de perder
a su mujer y a su único hijo, fue nombrado Rey de Edem, siendo desde entonces
Kaine I de Edem. Al parecer los vampiros, exiliados y perseguidos
implacablemente por Kaine durante su juventud, se habían tomado venganza, y
esto cambió radicalmente a Kaine, haciendo que el pueblo viera en él al líder que
necesitaban, eligiéndolo como monarca. Adan fue nombrado general supremo de los
ejércitos de Edem y dirigente de la antigua Order de Protectores. Lamentó las pérdidas
de su hermano públicamente, prometiendo proteger la vida del rey y a las gentes
libres de su mundo. No lloró ni mostró tristeza.
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