jueves, 16 de febrero de 2012

La despedida

Siguiente episodio de esta pequeña aventurilla a través de los años hacia un fatídico desenlace. Este además da pie a un arco argumental paralelo. Espero que os guste.



10 años antes del Apocalipsis, Lohur


SETH
Pasaron varios días desde que Kyle llegó a la academia. Desde ese día no había dejado de darle vueltas a lo ocurrido. Seth observaba el Necronomicón, sin atreverse a tocarlo. Al poco de tenerlo entre sus manos, se dio cuenta de que el metal de los guanteletes que lo cubrían comenzó a oxidarse. Para Wess había sido peor. Este había cogido el libro con sus manos desnudas, y ahora las tenía arrugadas, con manchas oscuras cubriéndolas. Desde entonces llevaba siempre guantes. Aquella noche Seth invocó a un sellador, una criatura artificial con forma de cofre, usada por hechiceros para guardar objetos de gran poder, ya que este los sellaba al exterior.
Discutieron largo y tendido esa noche. ¿Qué debían hacer con el Necronomicón? Wess opinaba que debían entregárselo a los profesores, y que ellos debían ocuparse de tan peligroso objeto. Él no estaba tan seguro de que fuese buena idea. Si Kyle había sido admitido en la academia, sin duda era porque los profesores lo habían admitido, sabian que estaba aquí. Y Kyle tenía algo que alertaba todos sus sentidos. Esa velocidad no era normal, era algo completamente inhumano. Wess opinaba que debía ser magia ilusoria, pero… no, no podía ser eso. Había algo en sus ojos, en su sonrisa, que no le gustaba. Stylon había permanecido en silencio toda esa noche. Desde que vio el libro, se notaba que estaba preocupado. Era normal. Todos en Edem sabían que los gigantes eran los guardianes del Necronomicón, el cual custodiaban y protegían en la Torre del Norte.
-          Si este es el verdadero Necronomicón… - Stylon miraba el libro con respeto, en vez de con el miedo con el que lo observaban los dos humanos – entonces algo terrible ha sucedido en la Torre.
-          Venga, no puede ser el verdadero libro de los muertos – Wess trataba de tranquilizar al gigante, en vano – si fuese así, sin duda hubiese ocurrido algo terrible.
-          ¿Qué me dices de aquella grieta en la tierra? Tu mismo viste que la criatura que envié tardó minutos en volver, sin encontrar el fondo.
-          Debo hablar con los profesores. Debo saber si le ha ocurrido algo a los míos. Mi padre…
-          Tu padre es el señor de los gigantes. El Protector más poderoso conocido después del rey y su hermano. Y quien ha traído el libro es un niñato. Ni le ha sucedido nada a tu padre, ni ese es el verdadero libro maldito.
-          Pero estarás de acuerdo en que este libro tiene poder. Mira tus manos, mira mi armadura.
-          Eso… - Wess se miró las manos arrugadas con una mirada llena de temor, mientras observaba como las manchas oscuras comenzaban a nacer -, bueno… todos sabemos que durante toda la historia ha habido numerosos dementes que han intentando crear otro Necronomicón, y algunos han conseguido crear libros con poderes oscuros bien serios.
-          Pero todos fueron vencidos por los antiguos protectores. Aunque… tienes razón. Primero enterémonos de quién es ese Kyle Nocturn, y que es lo que pretende al traer este libro.
Decidieron esconder el libro en el fondo del lago. El sellador llevaba ya días en lo más profundo de las aguas, protegiendo el libro en su interior, sin que el resto de la academia supieses nada de lo que había sucedido esa noche. Desde entonces los tres no se habían separado en ningún momento. En ese momento estaban comiendo, escuchando la conversación de las gemelas Tillinger, que se sentaban en la misma mesa ya que tenían una buena amistad con Wess. Ambas eran jóvenes y muy agraciadas, con largas melenas níveas, y brillantes ojos violeta. Lo más llamativo de ellas era su tercer ojo, situado en la frente. Contaban que al nacer, sus padres habían transplantado el tercer ojo de una en el de la otra con artes místicas, de modo que podían ver a través del ojo de su hermana como si fuese suyo. Eran muchas las cosas que se decían de las Tillinger, ya que provenían de una familia conocida por su excentricidad, sus artes arcanas, y sobre todo, por su riqueza.
-          ¿Has visto al nuevo? – decía Alyssa, la cual siempre iba vestida con colores claros y llevaba el pelo recogido en una larga trenza. Era de un carácter mucho más extrovertido que su hermana.
-          ¿Te refieres al que va por ahí contoneándose como un gallito? – La voz de su hermana Layla era mucho más serena. Llevaba la melena suelta, y vestía con tonos oscuros. Era bastante más responsable que su hermana, aunque aun así no era raro verla metida en algún tejemaneje con su gemela.
-          Si. Ya tiene un grupo de fans propio. La verdad es que es bastante mono, pero tiene algo que no me termina de atraer…
-          Un bolsillo vacio. Aléjate de él, según me han dicho Laim está bastante molesto. El número de jovencitas que lo persiguen ha disminuido en gran medida desde que apareció el otro.
-          Así es – dijo una tercera voz.
Las gemelas se callaron a la vez, mirando como el extravagante, y nunca bienvenido,  Laim, se había sentado a su lado, entre ellas y el grupo de Seth. Seth se alejó instintivamente, sabiendo que al llegar Laim, la conversación acabaría desviándose hacia él. El joven vestido con ropas rojas, llenas de armas por completo, dando la sensación de que solo con tocarle ibas a cortarte, permanecía en una postura exageradamente dramática, echándose la mano a la frente con gesto de profundo pesar.
-          Ese tal Kil Noctambulo osa robarme a mis fans. ¿Quién lavará ahora mi ropa? ¿Quién limpiara mi pelo? ¿Quién hará mis ejercicios? No puede ser, no puedo perder el tiempo en esas cosas. El dia solo tiene 24 horas, y es poco tiempo para permanecer siempre guapo.
Laim observó a Seth seriamente, con sus claros ojos azules. La piel del joven era perfecta, su pelo emitía destellos rojizos con la luz, y era suave y fino. A veces era difícil saber qué era lo que tenias delante si le mirabas solo a la cara. Se acercó a él, y lo agarró de las manos, haciendo que Seth suspirase.
-          ¿Qué quieres, Laim?
-          Debemos hacer algo con él. Es un peligro, si sigue aquí, ¿Quién sabe que va a ocurrir?
Seth lo miró más serio de lo que quería en realidad. <<Opino lo mismo, aunque por razones distintas>>. Intentó zafarse de las manos de Laim, pero el joven era mucho más fuerte de lo que parecía a primera vista.
-          ¿Y qué quieres que hagamos? Soluciona tú tus problemas, Laim. Déjame en paz.
Laim se levantó de golpe, y se subió a la mesa, mientras ejecutiva algunos pasos de danza. Odiaba eso, verlo bailar. Por desgracia, Laim era tremendamente aficionado al baile, a todo tipo de baile, y no dudaba en comenzar a contonearse en cualquier sitio. Algunos decían que por eso era tan bueno en el combate. Sus movimientos eran justos, medidos, perfectos.
-          Entonces yo lo retaré.
Cuando Seth comenzaba a cuestionarse si usar eso a su favor, llegó hasta sus oídos una discusión en una mesa cercana. En ella había dos jóvenes alumnos discutiendo. Seth los reconoció, eran de los nuevos, de los que llegaron el mismo día que Kyle. Y también vio a este sentado junto a uno de los dos que discutían.



JON
Estaba cansado de las burlas. Kyle le había ayudado a superar sus miedos. Kyle le había dicho que no debía temer a nada, que sabía que él podía enfrentarse a cualquier cosa. <<El miedo es la más afilada de las espadas, evítala siempre que puedas>>, le había dicho. Estaba cansado de Elhior y sus bravuconadas. Al principio le tenía miedo, al verlo con esa enorme espada siempre a la espalda, pero ya no. O al menos no tanto. Se burlaba constantemente de él, ante cualquier oportunidad. Jon no sabía manejar un arma, no sabía cómo moverse, nunca había usado un arco. Ni si quiera tenía fuerza suficiente para sostener un arma de verdad. Elhior lo ridiculizaba constantemente, decía que no entendía como lo había admitido. La verdad es que el tampoco, pero ahí estaba… y no iba a irse. Kyle le había dicho que debía aprovechar la oportunidad que se le había ofrecido, y debía hacerse fuerte para vencer a los monstruos y vengar a sus padres. Para poder proteger a otros. Y encima hoy lo hacia delante de todos, sin motivo alguno. Sin saber cómo, de pronto Jon estaba en pie, gritándole, sin poder apartar a pesar de ello la mirada de su enorme espada.
-          ¿Qué has dicho niñato? – Elhior lo miraba con los ojos abiertos como platos, incrédulo.
-          Que… ¡Que te reto!
Miró a Kyle, sin saber bien lo que acababa de hacer, y la sonrisa de este le tranquilizó.
-          ¡¿Tú?! ¡¡Si no tienes arma!! No me hagas perder el tiempo, y primero aprender a coger una espada por donde no corta.
-          ¿Tienes miedo? – Kyle lo miró a los ojos, serio por primera vez desde que lo conociera.
La carcajada de Elhior resonó por todo el comedor. Se levantó, y empuñó su arma, sosteniéndola con una sola mano mientras señalaba con esta a Jon.
-          De acuerdo, acepto tu reto. Pero no me voy a contener aunque seas un niño. No me hago responsable de lo que pase.
De nuevo desvió la mirada hacia Kyle. Este asintió, parecía muy seguro, aunque no le miraba a él. Estaba observando a alguna otra mesa, mientras sonreía. Jon se levantó y siguió a Elhior, que se dirigía ya al exterior, hacia los jardines.
Cuando salió, se dio cuenta de que todos los que había en su mesa, y muchos de los de las mesas cercanas los habían seguido. Sin querer, se encontraba en el interior de un círculo formado por el público, frente a Elhior, que asestaba golpes al aire con su arma. Y él no tenía nada, solo sus manos. Sus pequeñas y débiles manos…  <<No debía haber dicho eso, no se pelear. Me va a matar, lo veo en sus ojos. No dudaría en hacerlo. >> Volvía a tener miedo. Intentó buscar a Kyle con la mirada, pero no lo encontró. Finalmente, su contrincante dio unos pasos hacia él, sonriendo, y empuñó su espada con las dos manos. Jon se quedó paralizado, mientras escuchaba a alguien hacer una cuenta hacia atrás, y entonces, Elhior atacó. Cerró los ojos, y finalmente, escuchó el ruido del metal al cortar la carne. Notó algo húmedo y caliente caerle a la frente, pero no sintió dolor. Al abrir los ojos, vio como un brazo enorme protegía su cabeza, y la espada de su adversario se había clavado en la carne de este. El gigante que los recibió al llegar a la academia lo había protegido con su propio cuerpo.
-          Si quieres pelea, hazlo con alguien de tu tamaño – la voz del gigante sonaba seria, aunque Jon vio una sonrisa dibujada en su rostro.
-          No tengo tu tamaño, aunque no te tengo miedo – la voz de Elhior no temblaba en absoluto. Lo miraba serio, desafiante.
El gigante apartó al niño, hacia el público, y se quedó solo en el interior, con el joven de la inmensa espada, que ya había probado la sangre.
-          Stylon, no hagas esto, es solo un novato – le hablaba uno de sus compañeros. Wess, según recordaba Jon. A su lado estaban Seth, Laim, y dos mujeres con tres ojos.
-          Alguien tiene que enseñarle a no ser tan bravucón. Desde el primer día está pidiendo pelea a gritos por todos lados. Yo se la voy a dar. Además, los duelos están permitidos.
Nadie más discutió. El gigante comenzó a moverse, a la vez que el círculo se hacía más grande para dejarle espacio. Cada vez había más gente, y muchos comenzaban a asomarse desde ventanas y balcones de los edificios. Jon vio como el gigante no movía el brazo que se había cortado. El gigante intentaba no da muestras de dolor, pero sin duda la herida le molestaba. Su adversario blandió la espada y se lanzó contra él a toda velocidad, asestando un golpe en horizontal. Entonces, para asombro de Jon, Stylon desapareció. Solo quedó su sombra, que se movió a toda velocidad, hasta fundirse con la de Elhior. Este se quedó paralizado ante la sorpresa, y no vio venir la mano del gigante, que aparecía entre su sombra, cogiéndolo. La sombra se expandió a la vez que el gigante aparecía por completo desde ella, como si saliese de un estanque de agua. Stylon era mucho más grande que antes. Sujetaba al joven humano entre los dedos de una de sus manos, inmovilizándolo completamente.
-          Nunca deberías enfrentarte a un gigante, pequeñajo. Mucho menos sin saber lo que es. ¿Nunca habías oído hablar de los caminantes de las sombras?
A pesar de la situación, el chico apresado comenzó a reírse.
-          Nunca deberías enfrentarte a una persona sin saber que puede hacer, gigante. ¿Has oído hablar alguna vez de los Segadores?
Jon escuchó a Seth y algunos más pegar un grito al escuchar esas palabras. El gigante se puso serio de golpe. Extrañas hondas de energía manaron del cuerpo de Elhior, recorriendo los dedos y el brazo del gigante. En un instante, los dedos del gigante fueron desmembrados, haciendo saltar la sangre por todo el lugar. Seguidamente, el brazo del gigante fue cercenado con la misma facilidad, mientras que el humano caía al suelo, bañado en sangre. Aun empuñaba su espada, que ahora brillaba con una luz oscura. Los gritos de dolor del gigante ahogaron por completo las exclamaciones del público. Elhior se levantó sin perder tiempo, y preparó su gran espada, levantándola sobre su cabeza.
-          ¡NO!
Wess , Seth y las gemelas trataron de detenerlo, pero el público había entrado en pánico ante el espectáculo, corriendo para alejarse, impidiéndoles avanzar con rapidez. No les dio tiempo a llegar. Elhior asesto el golpe, y un haz de energía nació de la hoja de la espada, golpeando a Stylon, y cortándolo por la mitad. Su cuerpo cayó al suelo pesadamente, mientras el suelo se convertía en un mar de sangre, y sus órganos internos se desprendían por el lugar.
-          ¿Alguien más?
Jon quedó paralizado, y vio como Elhior lo miraba a él, con una media sonrisa en el rostro. Seth y sus compañeros lo miraban incrédulo, pero uno se abrió paso entre los demás.
-          Yo.
Era Laim, el cual había desenvainado dos de sus esplendidas espadas.


Días después
STYLON
Stylon abrió los ojos. Tenía la mente adormecida, le costaba pensar. Vio que estaba en la sala de urgencias de la academia, y entonces lo recordó. La batalla, el chico Segador. Que estúpido había sido. Pero había aprendido una lección. La vida siempre da sorpresas. Y viéndolo por el lado positivo, seguía vivo. O eso creía. Alzó la mano, y movió los dedos uno a uno. Parecía que había sobrevivido. Realmente no era muy sorprendente, se decía que nadie podía morir dentro de los muros de Lohur. La muerte no alcanzaba ese lugar. Se levantó, y se mareó, obligándose a sentarse en la camilla. La puerta se abrió, y entró una sacerdotisa junto a Vladimir, el consejero de la academia, y Elisabeth, la directora. Stylon maldijo su suerte. Vladimir era un hombre enorme, aunque no tan grande como él, severo y con muy mal humor. La directora era mucho más tranquila, aunque las pocas veces que la había visto enfadada daba mucho más miedo que su consejero.
-          No te muevas, Stylon – la voz de Vladimir era fría.
-          Lo siento. No quería que acabara así. Solo quería darle una lección.
-          Tu lección ha acabado con dos alumnos muertos, Stylon.
-          ¿Dos? – miró incrédulo al consejero.
-          Si. Tú, y Elhior Narius. No sabemos cómo pudisteis mataros mutuamente, nadie dice nada, pero te aseguro que ambos seréis castigados.
-          Solo era un niño, Stylon. ¿Cómo pudiste? – la mirada de la directora le hizo avergonzarse.
-          Estaba a punto de pelearse con otro novato. Un niño mucho menor que él. Solo quería darle disciplina.
-          ¡Disciplina! ¡¿Así enseñas disciplina?! ¡¡Ojalá tu cerebro fuese igual de grande que tu cuerpo!!
Los gritos de Vladimir resonaban en toda la estancia, despertando a otros enfermos que descansaban allí. La sacerdotisa se alejó asustada. El gigante se fijó en que las venas del cuello del consejero se hinchaban y se ponían tensas.
-          Discutiremos sobre tu posible expulsión, Stylon.
-          Lo entiendo, directora. Y de nuevo, lo siento.
Otro hombre entró en la estancia. Era un lobo blanco. Sus ropajes estaban sucios de polvo, y de lo que Stylon creía que era sangre. Parecía recién salido de una tormenta de arena. Su respiración era agitada, y parecía muy nervioso. La directora y Vladimir parecieron olvidarse de él cuando vieron al nuevo visitante.
-          Directora… Tengo malas noticias – le costaba respirar, y su voz era débil y entrecortada.
-          Tranquilo Ivan, respira. Dime, ¿has averiguado algo?
-          No sé que ha causado la brecha. Pero he ido al otro extremo de ella y he vuelto, como me pedisteis. En ninguno de los tramos parece tener profundidad. No he encontrado medios para medirlo, parece un abismo. Cruza el desierto del Este, tuve que rodear el yunque del sol, pero como me temía, llegaba al otro lado. Seguí, hacia el norte. Nunca se desvia, la brecha cruza Edem en línea recta hasta… Hasta la Torre del Norte.
-          ¿La brecha nace de la torre de los gigantes? ¿Qué te han dicho estos al respecto?
-          Nada. No quedan gigantes, mi señora. Todos han sido masacrados.
Stylon se quedó boquiabierto. No podía ser. ¿Cómo? ¿Quién iba a poder hacer algo así? Eran los seres más poderosos de Edem. Llevaban siglos en la Torre, ninguna bestia se atrevía a acercase. ¿Quién había podido hacer eso? Olvidando su malestar, Stylon se levantó.
-          Aun queda un gigante.
-          ¡Stylon, vuelve a la cama! – el consejero, que parecía haberse olvidado de él, trató de sujetarlo, pero se soltó, empujándolo y tirándolo al suelo.
-          ¡Serás expulsado por esto!
-          Expulsadme si queréis. Me voy.
Stylon salió. Y esa misma noche abandonó la Academia, sin despedirse de nadie, dejando solo una nota para Seth. Rumbo al norte. Rumbo al hogar de los suyos, que se había convertido en su tumba.


JON
Sujetaba la daga que le había regalado Kyle. Decia que primero debía aprender a manejar un arma de pequeño tamaño. También le decía que su verdadera fuerza estaba en su interior. Las armas a veces no eran lo importante, según Kyle. Su compañero estaba asomado, mirando por la ventana.
-          ¿Qué miras, Kyle? No se ve nada.
-          La noche. ¿No es hermosa? La noche siempre trae cosas nuevas, o se las lleva.
Se apartó de la ventana, mientras sonreía.
-          ¿Crees que podré luchar alguna vez como Laim?
-          No. Laim es único. Realmente lo admiro. Elhior no tenía ninguna oportunidad de vencerle. Nunca podría haberle dañado. Nunca da un paso en vano.
-          Pero Elhior venció al gigante.
-          No es tan difícil matar a un gigante, ¿sabes?

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